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martes, 7 de abril de 2009

Había una vez un populacho engañado…

Había una vez un pueblo que era gobernado por un tirano, el que se hacía llamar rey. Este iba acompañado de unos pocos que se hacían llamar nobles y que se hacían pasar por personas ilustres e inteligentes, dignas del rango social que ocupaban. Los impuestos subían, y los pobres cada vez tenían menos que comer. La cultura estaba controlada por unos poquitos, que hábilmente la habían monopolizado, vivían en monasterios y tendían a separarse en dos ramas, los seculares y los regulares. Como era de esperar, de entre el populacho despertó un grupo de gente que hábilmente y mediante la astucia, se apodero de gran cantidad de dinero y se introdujo en la lectura que celosamente habían guardado los clérigos.
Estos personajillos que vivían en los burgos, las ruinas de las ciudades que fueron abandonadas cuando las invasiones que arrasaron el imperio romano de occidente. Estos burgueses, principalmente se valían del comercio para conseguir los bienes que necesitaban. Con el tiempo y con habilidad, y un poco de lógica histórica, el dinero cogió más poder que las tierras, y por lo tanto la balanza empezó a inclinarse hacia su lado, pues no tenían tierras ni ejércitos, pero tenían astucia y dinero, algo muy necesario en una época en la cual el dinero podía derrotar al mejor luchador o dejar como tonto al más sabio. He aquí que nuestro querido burgués empieza a acaudalar grandes riquezas, que las invierte en vivir como esos personajes que tanto envidia porque no tiene que dar palo al golpe para vivir bien, los nobles. Pero hay un error, no todos los burgueses (que viven en el burgo, no la clase social que se formara más adelante) pueden acceder a todas esas riquezas, porque alguien tiene que trabajar para que ellos sigan enriqueciéndose.
Primero fue su trabajo, luego el trabajo de otros, y hoy en día el trabajo de muchos otros.
¿Cómo se llego a esta situación? Muy sencillo, la clave de todo esto está en el punto donde la humanidad avanzo más, la industrialización. E aquí el punto inflexible de la humanidad, donde toma el rumbo por el cual navegamos a día de hoy. Esos burgueses acaudalados, tan astutos ellos que era, consiguieron hacer pequeños talleres que les reportaban grandes beneficios o casas de préstamos, más conocidas como bancos. Una vez que las clases bajas, que ahora llamaremos populacho, estaban hasta las narices de los impuestos de los nobles, las creencias de los clérigos y la sangre perdida por el rey, los burgueses vieron la oportunidad ideal para hacerse con el poder, y evidentemente haciendo uso de esa astucia que caracteriza a los burgueses que consiguieron salir adelante en aquellos tiempos difíciles, orquestaron todo para un levantamiento popular que les diera el poder a ellos, que al ser considerados como iguales de los más bajos en la escala social, les daba el punto de apoyo para que la gran masa popular les diera su apoyo. He aquí la revolución Francesa. Toda ella orquestada con ideas poco a poco introducidas de libertad individual, igualdad, laicismo… valores burgueses que en un futuro beneficiaran al burgués.
¿Y qué sucedió cuando el burgués consiguió el poder? Pues que no quería perderlo, tomo nota de los errores de los dueños pasados, para no caer en ellos y utilizo una falsa impresión de libertad, para calmar al pueblo y evitar que a ellos les sucediera lo mismo que les había pasado a los nobles y cía. Los nobles eran odiados por el pueblo, los reyes detestados, la religión ya no tenía efecto entre unas gentes que cada vez creían menos en dios y veían más lejos el año 0. En este ambiente, los “intelectuales” de entre el pueblo, los que habían tenido dinero suficiente para estudiar, plantearon que lo mejor era un estado donde la libertad individual prevaleciera, donde lo religioso fuera privado y donde las clases desaparecieran, muy bonito, hasta que se llega al anexo número 1 en letra enana: “Poderoso caballero es don dinero”.
Este verde amigo de todos, ha conseguido hacer lo increíble, ha creado diferencias donde no las había. Una vez más en la historia, un grupo más bien reducido de personas, a través de unas normas inventadas por el hombre, y normalmente por ellos mismos, domina a la mayoría. En este caso el dinero es esa clausula de la libertad que se ha olvidado de explicar, y que en la realidad se plasma de la siguiente forma: “Eres libre siempre y cuando puedas pagar tu libertad”, recordar esto porque será importante pasada la revolución industrial.

CONTINUARA... ------> Clica aquí para ver la segunda parte.

Escrito por Aeldim del foro respublika.

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